sexta-feira, 9 de março de 2012

Al salirme de La Habana

Al  salirme de La Habana
de nadie me despedí;
sólo de un perrito chino
que venía detrás de mí.

El perro, como era chino,
un señor me lo compró
por un poco de dinero
y unas botas de charol.

Las botas se me rompieron
y el dinero se acabó.
¡Adiós, perro de mi vida!
¡Adiós, perro de mi amor!
Anónimo